Crónica de una noche anunciada

Valeria Rodríguez


La noche de la Filosofía se inició en París en el 2010 y este año debutó en Buenos Aires. Contó con filósofos de la escena local pero también tuvo invitados de Francia y Alemania. Asistimos a este evento y aquí les acercamos nuestra experiencia.


Es la tarde del sábado 27 de junio y está lloviendo bastante, algo nos hace pensar que quizás no asista tanta gente a la publicitada “Noche de la Filosofía”. Pero llegamos al Centro Cultural San Martín y hay una cola de aproximadamente una cuadra, y eso que es temprano. Desde la organización avisan que sólo deben hacer cola los que quieran ir al cine o el que quiera asistir a las ponencias de los franceses Didier Eribon y Emmanuel Renault y para los locales Thomás Abraham, Diana Cohen Agrest, Juan José Sebreli y Miguel Wiñazki. El resto de las actividades no requieren entrada. Nos reparten una guía con los nombres de las ponencias y nos disponemos a seleccionar. El plan es ambicioso, hay diversas temáticas: el cuerpo, filología, medio ambiente, política, ética, religión, psicoanálisis, estética, entre otros.

La velada cuenta con ponencias, música, cine y un ágora para realizar preguntas sobre los temas que se trataron. Luego de obtener las entradas (ya pasó una hora), nos acercamos a la sala en donde se presenta el francés Potte-Bonneville pero al llegar hay gente fuera de la sala, ya no cabe nadie. Lamentablemente, no pudemos escuchar nada. Falta media hora para la segunda ponencia seleccionada así que vamos hacia la sala “sótano beat” a disfrutar de un poco de música a cargo de Mariano Battaglia.

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Siendo las 21hs está por comenzar la ponencia de Maristella Svampa, titulada “Debates latinoamericanos: buen vivir, naturaleza y otras ontologías”. Se trata del cuestionamiento al neoliberalismo, más específicamente a la relación del hombre con la naturaleza. La autora hace referencia a dos casos latinoamericanos (Bolivia y Ecuador) en donde desde 2000/2001 se comienzan a aplicar derechos ambientales, es decir, la naturaleza es tomada como sujeto de derecho. Nos explica que hay un debate sobre la justicia ambiental, el cual ella relaciona con el concepto de buen vivir. Este concepto difiere en las comunidades indígenas y en las sociedades modernas. Para las primeras no está asociado a la idea de progreso. De hecho, esa palabra no existe en los distintos vocablos indígenas. En cambio, para las sociedades modernas, el desarrollo se basa, casi exclusivamente, en la explotación de la naturaleza.

Actualmente hay corrientes de pensamiento que proponen salirse del modelo de la modernidad y crear nuevos proyectos. Proponen, por un lado, el decrecimiento, que consiste en producir menos para consumir menos, ya que el crecimiento exponencial se hace insostenible. Pero, afirma Svampa, esta idea no prendió en América Latina.

Por otro lado, se propone la desmercantilización, que va de la mano de contemplar a la naturaleza como sujeto de derecho. El ejemplo es Ecuador, que en 2008 plantea en su constitución que la naturaleza es un sujeto de derecho. Estamos ante una justicia ecológica, se trata de preservar los recursos. Con este segundo proyecto lo que se busca es basar el crecimiento económico en los ciclos vitales de la naturaleza, respetándolos.

La conclusión de esta ponencia es que hay que fundar otra ética ambiental que se base en la conservación de la vida y no en la destrucción de los recursos. El concepto de buena vida es entonces una utopía que nace en América Latina.

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Una vez finalizada la ponencia de Svampa, me dirijo rápidamente a la sala D para escuchar a Diana Cohen Agrest. La ponencia se titula “Bioética: reproducción asistida y nuevas familias” y comienza describiendo el modelo tradicional de familia: nuclear, biparental, autosuficiente; pero en la actualidad hay muchos modelos más, lo que la lleva a preguntarse si es correcto utilizar el término paternidad o si es más adecuado utilizar el de parentalidad. Al utilizar paternidad se le da un rol protagónico al padre, lo cual se cuestiona. Vamos a utilizar entonces el término parentalidad y, a la vez, vamos a ver que la parentalidad cobra un sentido diferente dependiendo del enfoque que le demos. Cohen Agrest menciona que podemos distinguir tres enfoques:

Esta ponencia resulta aporética, Diana Cohen Agrest nos invita a seguir pensando en el tema para poder reformular las normativas ante estas nuevas situaciones.

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Siendo más de las 22hs, tenemos un poco de hambre así que nos disponemos a cenar. En la entrada del centro hay una carpa con toda clase de delicias gastronómicas y bebidas espirituosas a buen precio. Disfrutamos de una buena comida y oxigenamos el cerebro luego de tanto pensar.

A las 23hs llega la hora de escuchar al alemán Benjamín Lahusen que presenta su trabajo “Hágase justicia y perezca el mundo. La cotidianidad del derecho alemán en 1945”. Comienza contándonos la historia del Sr. Müller y, su vecino y enemigo, el Sr. Bahuer. Ellos se llevaban muy mal ya que el señor Bahuer no limpiaba su porche, cosa que le molestaba de sobremanera a Müller. Esta historia quiere hacernos notar que, a pesar de estar Alemania reducida a escombros, el derecho funcionaba “normalmente”, demasiado. Los vecinos tuvieron su cita en el tribunal, el cual dictó una conciliación.

La justicia, el derecho, tenía que seguir funcionando con o sin guerra. Lahusen nos marca que la justicia en exceso se transforma en injusticia. En la Alemania de 1945 había caos pero a la vez ese orden en exceso era lo “normal”, se multaban hechos pequeños.

El funcionamiento, el formalismo, las rutinas, los procedimientos y la burocracia fueron características tanto del nazismo como de los tribunales en esa época. El alemán cierra diciendo: “Al derecho le da igual el mundo y también a sus actores”. Pero se debe cambiar esa concepción y debe buscarse el derecho práctico.

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Siendo casi las 00 hs estamos demasiado cansados para continuar pero nos vamos muy satisfechos, pudimos escuchar ponencias variadas. La noche de la Filosofía puede considerarse un éxito, continuará hasta las 7 de la mañana del domingo y nos vamos con la sensación de que se repetirá el año que viene.



Alicia en el país de la filosofía, Año I, Número I, Nov-dic 2015