El cuerpo, quicio del mundo. Una articulación entre Freud y Merleau-Ponty

Ema Fernández (USAL-UCES-CBC UBA)

Resumen:

El propósito de este trabajo es articular algunos conceptos entre las teorías de Freud y Merleau-Ponty; pues someten a una crítica exhaustiva la noción de sujeto cartesiano de la modernidad clásica. Ambos autores desgranan la ilusión moderna del hombre como consciencia cognoscente de la verdad última de las cosas y dueño de su subjetividad. A partir de sus conceptualizaciones, tanto Freud como Merleau-Ponty, nos muestran que no es la conciencia apodíctica la que nos posibilita conocer el mundo; sino una unión inextricable entre vida orgánica y vida psíquica o entre cuerpo y espíritu libre. La importancia otorgada al cuerpo y cómo desde éste se trasciende instituyendo sentido, es un tópico que encontramos en sendas posturas. Freud tematiza el concepto de Inconsciente y el de pulsión para explicarnos a partir de ellos la sexualidad humana. Merleau-Ponty resignifica la noción de Percepción y por consiguiente, la relación que establecemos con el mundo. Estos autores comparten la tesis que el hombre al actuar instituye un significado dirigido al otro. Y el terreno propicio de esta significación se juega en la sexualidad. En ella, el hombre se manifiesta plenamente; con sus inseguridades, su vulnerabilidad, sus creencias, su historia personal; es decir, su propio cuerpo en juego en un mundo donde hay otros.

Palabras clave: cuerpo, pulsión, percepción, sexualidad, relación quiasmática.

Abstract:

The purpose of this essay was to compare some concepts of the theories of Freud and Merleau-Ponty as they subject the notion of the Cartesian subject of classical modernism to a thorough critique. Both authors analyze the modern illusion of man as the conscious awareness of the ultimate truth of things and the owner of his subjectivity. Based on their conceptualization, Freud as well as Merleau-Ponty show us that it is not the apodictic consciousness that enables us to know the world; instead, it is the inextricable relation between organic life and psychic life or between body and free spirit. The importance given to the body and how it transcends from instituting sense is an issue we find in different positions. Freud developed the concepts of the unconscious and the drive to explain human sexuality. Merleau-Ponty redefines the notion of perception from which our relationship with the world is derived. These authors share the theory that by acting man institutes a meaning directed at the other. And the propitious ground of this meaning is involved in sexuality. In it man fully reveals himself; including his insecurity, vulnerability, beliefs, and his personal history; that is, his own body engaged in a world where there are others.

Keywords: body, drive, perception, sexuality, chiasmal relationship

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Introducción

Este trabajo intentará articular algunos conceptos entre las teorías de Sigmund Freud y Maurice Merleau-Ponty. Como punto de partida me parece importante destacar que ambos someten a una profunda crítica supuestos básicos de la modernidad: por un lado, el sujeto cognoscente poseedor de una certeza apodíctica y por otro, esa consciencia reflexiva escudriñadora de la realidad. En El mundo de la percepción, Merleau-Ponty afirma que el pensamiento moderno clásico

está persuadido de que hay un hombre consumado, destinado a ser dueño y poseedor de la naturaleza, como decía Descartes, y por lo tanto capaz por principio de penetrar hasta el ser de las cosas, de descifrar todos los fenómenos, y no sólo los de la naturaleza física sino también los que nos muestran la historia y la sociedad humana (Merleau-Ponty: 2003, 38)

Asistimos con estos autores, a la instauración de un nuevo paradigma que trasunta en una nueva ontología antropológica: el hombre es una unidad capaz de manifestaciones simbólico-culturales, cuya raíz es el cuerpo. Freud cuando tematiza el inconsciente despliega un campo semántico novedoso; concomitantemente, con el concepto de pulsión, instituye los distintos modos de relacionarse sexualmente con los otros. Esto será integrado a la par que profundizado en la obra de Merleau-Ponty. Este autor, desde la perspectiva fenomenológica, resignifica a la percepción y al cuerpo propio hacia una dimensión cualitativa del ser. Estamos en camino de superación de atávicos dualismos: alma-cuerpo, sujeto-objeto, materia-espíritu.

Otro punto interesante a destacar, es que ambos autores consideran que la conducta del hombre es productora de sentido. Cuando actuamos, nuestro comportamiento es un mensaje al otro, nuestra conducta es simbólica aunque no siempre seamos conscientes de ese significado. Cualquiera de nuestros actos, por nimio que sea; como un lapsus, un olvido, o la pérdida de un objeto, da cuenta de la profunda significación de la estructura del ser humano. Renaud Barbaras afirma que “el aporte decisivo de Freud, es quizás haber mostrado que un sentido, una perspectiva estaba operando allí donde la tradición buscaba una causalidad orgánica” (Barbaras R.:2003, 9).

Esta articulación entre Psicoanálisis y Fenomenología, la descubro planteada por el mismo Merleau-Ponty en un prólogo al libro de Hesnard: La obra y el espíritu de Freud y su importancia en el mundo moderno. Allí declara que “el freudismo le confirma a la fenomenología que la consciencia no es una representación, sino una investidura; y que además le proporcionó el material para sus afirmaciones con respecto a la relación del hombre con el mundo y de los hombres entre sí” (Hesnard, 1960, 5).

Concepto de Inconsciente freudiano

Freud elabora dos tópicas para dar cuenta del aparato psíquico. En la primera de ellas, que es más bien descriptiva, ubica al Consciente (Cc.), Preconsciente (P-Cc.) e Inconsciente (Icc.). El Inconsciente está constituido por un lado por contenidos reprimidos; pero lo reprimido no forma por sí solo todo el contenido de lo Icc; porque éste es mucho más amplio. Por otro lado, el P-Cc. dispone de contenidos que están fuera de la consciencia, pero que pueden hacerse conscientes fácilmente porque esa censura no es muy fuerte. Por último, la Cc. es la región de todos los procesos psíquicos y que está en contacto con el exterior.

¿Por qué hay contenidos reprimidos y en qué consiste la represión? La represión rechaza de la Cc. determinadas ideas que resultan displacenteras para ella. Lo displacentero es aquello que no se tolera a nivel consciente y exige un esfuerzo constante de energía para conservar dichos contenidos reprimidos. Cuando la represión falla, invaden la Cc. y desestabilizan al sujeto. Pero además de las ideas, tenemos el factor cuantitativo, es decir el montante de afecto, que puede tener distintos destinos: ser reprimido totalmente, transformarse en otro afecto o en angustia. Este montante de afecto es más importante que la idea; ya que vuelve por ejemplo, en síntomas.

En la segunda tópica, con las nociones de Ello, Yo y Superyó se pone en juego lo que Freud ha dado en llamar la “hipótesis funcional”; en donde a los procesos psíquicos se los puede describir “conforme a sus aspectos dinámicos, tópicos y económicos” (Freud: 1905c, 2070).

En sentido dinámico, lo Icc. no es lo propio de una región psíquica, sino la cualidad que cualquiera de ellas puede detentar. El Yo y el Superyó también tienen su parte inconsciente, por lo tanto lo inconsciente es una distinción de cargas energéticas intrasistémicas.

El aparato psíquico intenta mantener la homeostasis, conservar un monto de energía constante. El placer se vivencia como una elevación en el quantum energético, pero si se eleva demasiado, se registra como displacer. En palabras de Freud: “hemos resuelto relacionar al placer y el displacer con la cantidad de excitación existente en la vida anímica, excitación no ligada a factor alguno determinado, correspondiendo el displacer a una elevación y el placer a una disminución de tal cantidad”(Freud: 1919, 2540). El Ello es la sede de los instintos, está regido por el principio de placer y los deseos y pasiones que alberga, intentan aflorar para lograr su satisfacción. “Tiene por contenido todo lo heredado, lo innato, lo constitucionalmente establecido”(Freud: 1938, 3380). Las sensaciones placenteras no presentan perentoriedad, sin embargo las displacenteras o dolorosas, necesitan su abreacción, es decir su descarga. Dicha descarga es esencialmente “motora (secretora y vasomotora) encaminada a la modificación (interna) del propio cuerpo sin relación al mundo externo; y la motilidad en actos destinados a la modificación del mundo exterior”(Freud: 1905c, 2068).

El Yo se forma a partir del Ello, es la modificación ejercida por el mundo exterior. Por eso, sostiene Freud “el Yo es, ante todo un ser corpóreo, y no sólo un ser superficial, sino incluso la proyección de una superficie”(Freud:1923, 2709) Vemos entonces que para el Psicoanálisis, esa instancia psíquica conocida por nosotros como Yo, tiene su origen en las sensaciones corporales.

Finalmente el Superyó se forma a partir del Yo, por la influencia del medio e introyección de los ideales parentales y culturales. “Se advierte que a pesar de sus diferencias fundamentales el Ello y el Superyó tienen una cosa en común: ambos representan las influencias del pasado: el Ello las heredadas; el Superyo las recibidas de los demás, mientras que el Yo es determinado por las vivencias propias del individuo; es decir por lo actual y accidental”(Freud:1938, 3381).

Concepto de pulsión en Freud

Si partimos de la concepción naturalista de Freud, definimos junto con él a la pulsión: 

como un concepto límite entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos procedentes del interior del cuerpo, que arriban al alma, y como una magnitud de la exigencia de trabajo impuesta a lo anímico a consecuencia de su conexión con lo somático(Freud:1915a, 2041).

Las características que le atribuye a la pulsión son: perentoriedad, fin, fuente y objeto. La perentoriedad es la fuerza de trabajo que representa. El fin es la supresión de la necesidad, es decir su satisfacción. La fuente es aquel proceso somático que se desarrolla en un órgano o en una parte del cuerpo y que se representa en la vida psíquica por la pulsión. Finalmente el objeto es la cosa por medio de la cual se alcanza esa satisfacción. Freud subraya como característica notoria la contingencia del objeto y sostiene además que se halla determinado por la historia del sujeto. Entonces, sólo un objeto que reúna particulares condiciones electivas con respecto al original, será el adecuado para satisfacer la pulsión. La relación objetal que implica tanto la elección del objeto como amor de objeto; es una interrelación. Es una relación en la que el sujeto inviste sus objetos, pero también esa relación es el modo en cómo los objetos modelan su actividad.

El padre del Psicoanálisis construye una posición dual con respecto a la pulsión: hay la pulsión de vida o libido y la pulsión de muerte o Tánatos. Pero dentro de su perspectiva evolucionista, Freud establece que toda pulsión tiende a un estado anterior de menor diferenciación u organización, espontáneamente la pulsión repite lo anterior y se opone a la vida, “observamos que la función así determinada tomaría parte en la aspiración más general de todo lo animado, la de retornar a la quietud del mundo inorgánico”(Freud: 1919, 2540). La libido promueve la vida, tiende a constituir unidades cada vez más amplias. Su fin es la unión, la ligazón con los otros. Sin embargo, la tanática tiene un fin contrario; no liga, separa y rompe. Ocurre que esta pulsión es muda cuando es interna, la registramos cuando se manifiesta hacia fuera como destrucción. En el entrecruzamiento sinérgico y antagónico de estas dos pulsiones, se va desplegando la profusa variedad de los fenómenos vitales.

La sexualidad para Freud

Las variopintas relaciones objetales constituyen la vida sexual de todo individuo. La sexualidad no se restringe a una actividad genital, sino a diversas excitaciones y experiencias presentes desde la infancia. Estas experiencias tampoco pueden reducirse a la satisfacción de una necesidad biológica, sino que van a ser los componentes de la relación del amor sexual. Esta relación de amor se nos presenta como deseo y depende de un soporte corporal determinado. A diferencia de la necesidad, la satisfacción de la pulsión depende de condiciones fantaseadas infantiles que determinarán la elección de objeto y la actividad del sujeto. “Muchas de las peculiaridades de la vida erótica, así como el carácter compulsivo del enamoramiento mismo sólo resultan comprensibles refiriéndolos a la infancia y considerándolos como repercusiones de fenómenos desarrollados durante ella” (Freud: 1905, 1228). Con esto, mostramos que para Freud, la sexualidad está determinada por el modo peculiar de investidura objetal. Esta investidura es la catexis del objeto; la carga afectiva, el deseo con que el sujeto inviste los objetos.

Concepto de percepción en Merleau-Ponty

Merleau Ponty con su análisis fenomenológico de la percepción, expresa su intención de desenmascarar teorías dualistas o reduccionistas que subsuman una realidad a otra. Su postura es también una filosofía existencial, pero se diferencia de otros autores en la concepción original que tiene de la conciencia. La conciencia no es "interioridad, ni representación, sino una conciencia encarnada, que se revela plenamente en cada una de sus manifestaciones" (Merleau-Ponty: 1975, 147). “La esencia de la conciencia consiste en darse un mundo o unos mundos, eso es, hacer ser delante de ella misma sus propios pensamientos como cosa, y demuestra su vigor indivisiblemente dibujándose estos paisajes y abandonándolos”(Merleau-Ponty: 1975, 97) Y se da esos mundos porque se proyecta hacia lo que es, mediante la intención. En este intencionar, en esa percepción madre, significa.

La primera verdad irreductible es que soy en el mundo, me encuentro en él. Ser del mundo significa “pertenencia ontológica del mundo a la par que existencia en él”(Merleau-Ponty: 1975, 97). Y para hacer esta afirmación dispongo de mi propio cuerpo y de la percepción que él me proporciona.

¿Qué es este cuerpo propio? Es el punto cero a partir del cual voy a poder construir las distintas perspectivas, texturas, mi base para el lanzamiento de mis proyectos. Este cuerpo propio no es el cuerpo físico semejante a los demás objetos que habitan el espacio. No es una cosa, sino un modo original de ser en el mundo. Y este modo original es a través de la percepción. Esta percepción no se restringe a nuestros órganos sensoriales, hay un modo particular de configuración del organismo que posibilita la percepción. Pero esto no ocurre ajeno a quien soy, es mi cuerpo que como estructura total se despliega en su modo de ser.

Una de las características del propio cuerpo es la de responder a los estímulos externos. La función principal del sistema nervioso es la diferenciación activa de los estímulos que recibe. Esta respuesta, más allá del estímulo de que se trate y del órgano sensible que se estimule, será siempre una respuesta organizada. Tengo entonces, una prueba palmaria que es mi cuerpo viviente quien experimenta. “No puedo comprender la función del cuerpo viviente más que llevándola a cabo y en la medida en que yo sea un cuerpo que se eleva hacia el mundo” (Merleau-Ponty:1975, 94). El cuerpo es el lugar a partir de donde nuestros sentidos se proyectan; y mediante ellos, organizamos el mundo. Estos movimientos de trascendencia cenestésicos son el modo originario en el que nos relacionamos y abrimos al ser.

Sin embargo, no debemos confundir que esta vivencia del cuerpo sería el resultado de una síntesis de la cadena de excitaciones. No es una representación psíquica advenida a posteriori; sino una significación práctica que nos abre a la evidencia de la vida. Los `movimientos nacientes´ en nuestro propio cuerpo nos revelan nuestra orientación en el mundo y la acción del mismo cuerpo sobre nosotros mismos. Es a partir de nuestros reflejos y nuestra percepción, que obtenemos esa presencia global de y en la situación. Es un saber del cuerpo propio que es la condición de posibilidad de nuestra apertura a la vida; el “diafragma interior” que regula nuestro ser del mundo. Este diafragma es un dispositivo existencial que actúa como contacto vital con el mundo.

Hay un modo práctico del ser-del-mundo, en donde se articulan determinados comportamientos que conllevan en sí una significación. El reflejo nos abre al sentido y la percepción intenciona una presencia global que determina el alcance de nuestras posibilidades operativas. Esta modalidad del ser-del-mundo es llamada visión preobjetiva, que no yace en el orden del pensar sino en el del poder hacer. Por ende, no hay aquí una toma de posición tética, sino que esto refiere a las capacidades que tenemos como vivientes de estar en el mundo.

Cuerpo habitual y cuerpo actual

Tengo conciencia de mi cuerpo a través del mundo, mi cuerpo es el quicio del mundo, el lugar a partir desde donde organizo mi realidad. “Poseer un cuerpo es para un viviente conectar con un medio definido, confundirse con ciertos proyectos y comprometerse continuamente con ellos” (Merleau-Ponty:1975, 100). Si debido a algún accidente, por ejemplo, he sufrido una deficiencia como la pérdida de una mano, esta nueva situación me modifica profundamente mi cuerpo habitual. El cuerpo habitual es el que ha ido precipitando a través de nuestros hábitos, son esquemas practognósicos que nos facilitan nuestra cotidianeidad. Es lo más impersonal y general que hay en mí, lo que me mantiene con vida y aferrado a ella.

Así aparece, alrededor de nuestra existencia personal un margen de existencia casi impersonal que, por así decir, se da por sentado, y al que confío el cuidado de mantenerme con vida –alrededor del mundo humano que cada uno de nosotros se ha hecho-. (Merleau-Ponty: 1975, 98).

Estos esquemas practognósicos nos permiten sedimentar un sustrato permanente que nos caracteriza con un estilo a través del tiempo.

Mi cuerpo actual, en cambio es aquel que percibo singular y pleno, resignificado por mi relación contemporánea con el mundo. Frente a una discapacidad actual, esta situación me impone una reacomodación de mi cuerpo y la asunción de un nuevo sentido frente a la revelación que me presenta el mundo.

Es en virtud del cuerpo, como poseemos ya un simbolismo del mundo. "El mundo nos es dado primariamente abierto por un acontecer, por un sentir, un moverse motor y corporal que no consiste en una actividad del yo ni tampoco es adquisición a partir de tal actividad”(Landgrebe:1975, 207).

Trascendencia del cuerpo

El mundo es lo que las cosas son para nosotros en nuestra experiencia. A partir de lo que ellas nos dicen a nuestro cuerpo, cómo nos apasionan, nos obsesionan, nos provocan hostilidades o nos calman, configuramos la relación que establecemos con el mundo. Un objeto o una persona, no es la suma de sus propiedades o cualidades, sino lo que nuestro vivenciar significa. En este arco intencional hacia el mundo, el hombre inviste a las cosas y ellas lo invisten a él. “Nuestra relación con las cosas no es una relación distante, cada una de ellas habla a nuestro cuerpo y nuestra vida, está revestida de características humanas (dóciles, suaves, hostiles, resistentes) e inversamente viven en nosotros como otros tantos emblemas de las conductas que queremos o detestamos”(Merleau-Ponty: 200331). El mundo se nos presenta con objetos en los cuales podemos realizar nuestro deseo. Es mi afectividad hacia los distintos objetos lo que me irá perfilando mi acción.

La vida sexual del individuo son esas intencionalidades dirigidas al mundo, a los otros, donde se expresa el sujeto en su estructura global. Esto está animado por ese sustrato orgánico que representan las potencias originarias desplegadas hacia aquellos que me permiten cristalizar mi deseo. “Es necesario que se dé un Eros o una Libido que animen un mundo original, den valor o significación sexuales a los estímulos exteriores y designen para cada sujeto el uso que de su cuerpo objetivo hará”(Merleau-Ponty: 1975,173). La relación erótica con el otro, me demanda una adecuación de mi conducta corporal hacia el otro cuerpo. Es una intención original que compromete mi existencia total. La sexualidad no es un epifenómeno ni un automatismo, sino que está interiormente vinculada a todo el ser como expresión dialéctica de trascendencia hacia el otro.

Conclusiones

Si Merleau-Ponty considera a la sexualidad como el signo privilegiado para conocer al hombre; es porque para él, en ella el hombre expresa su vida, proyecta su manera de ser-del-mundo. Sus relaciones eróticas simbolizan las distintas asunciones frente a la vida: de conquista, de ataque, de fuga, inhibición, miedo, etc. El cuerpo expresa las diversas actitudes y en cada una de ellas se revela la dimensión profunda de esa existencia humana. El cuerpo simboliza la existencia; la actualiza en este doble movimiento de apertura o cierre: me abro hacia el otro, me proyecto o me cierro, corto esas intenciones. A veces lo niego al otro, a veces lo afirmo; pero no puedo ser sin él. La sexualidad no trasciende la vida humana ni impregna su centro con representaciones inconscientes; sino que "está constantemente presente en ella como una atmósfera” (Merleau-Ponty: 1975, p. 185). Este espíritu libre que soy, me impulsa al otro expresándome y entregándome, relación que me sume en la angustia o en la exaltación. Nuestra paradoja existencial reside en que “la razón y el acuerdo entre los espíritus no están a nuestras espaldas, presuntamente se hayan adelante, y somos tan incapaces de alcanzarlos definitivamente como de renunciar a hacerlo”(Merleau-Ponty:2003, p. 55).

Para Merleau-Ponty, entre ambos métodos, fenomenológico y psicoanalítico, hay una profunda coincidencia: lo implícito que late, lo latente que subtiende la vida, lo que pulsa. Es por esto, como afirma Merleau-Ponty, definimos el parentesco entre ellos, no pues para atenuarlo sino por el contrario para agravarlo” (Hesnard: 1960,5).


Bibliografía

- Barbaras, R. “Le conscient et l´inconscient”. En Notions de philosophie. París: Gallimard, 2003.

- Landgrebe, L. Fenomenología e Historia. Caracas: Monte Ávila, 1975

- Freud, S. Obras completas. Madrid: Biblioteca Nueva, 1966

------------- (1905) Tres ensayos para una teoría sexual

------------- (1915 a). La pulsión y sus destinos

------------- (1915 b). La represión

------------- (1915 c). Lo inconsciente

------------- (1919). Más allá del principio del placer

------------- (1922) Psicoanálisis y teoría de la libido

------------- (1923). El Yo y el ello

------------- (1938) Compendio del Psicoanálisis

- Merleau-Ponty, M. "Prólogo" a Hesnard, A. La obra y el espíritu de Freud y su importancia en el mundo moderno. París: Payot, 1960

----------------------- (1975). Fenomenología de la percepción. México: F.C.E.

----------------------- (2003). El mundo de la percepción. Buenos Aires: F.C.E.



Alicia en el país de la filosofía, Año I, Número I, Nov-dic 2015