Alicia en el laberinto. Los talleres de griego filosófico en el IES N° 1

Prof. María Elena Díaz


El fenómeno cultural que históricamente se ha denominado “filosofía” tuvo su origen, en Occidente, en una actividad hablada y expresada en una pequeña variedad de dialectos griegos. Una gran cantidad de términos técnicos filosóficos están, consecuentemente, forjados en esta lengua, y durante siglos han sido o incorporados al español o usados en su versión original, toda vez que se reconoce que no existe un término equivalente. A modo de invitación a sumarse a nuestro espacio, queremos compartir con ustedes algunas de las razones que nos impulsan a frecuentar y disfrutar los textos griegos y algo de nuestra metodología de trabajo.

La lengua griega posee, como toda lengua, un valor intrínseco, en tanto porta la riqueza de una cultura. Sobrevivió a numerosos procesos históricos, y se conservó en un conjunto de escritos históricos, filosóficos, literarios, legales y científicos. Evolucionó a una forma moderna, conservándose a su vez en diferentes formas históricas. Su historia atraviesa toda la historia de Occidente, y parte de la de Oriente. Estudiar una lengua implica aprender a pensar con conceptos nuevos y tornarse un puente entre dos culturas. En el caso del griego clásico, es un puente muy especial, en tanto supone extenderse a la comprensión del propio pasado, de nuestra cultura en general y de nuestra disciplina en particular. Jacques Derrida asistió, en 1990, a un coloquio sobre filosofía griega antigua, llamado “Nuestros griegos y sus modernos”, organizado por Bárbara Cassin en la Sorbonna. En su reflexión, titulada “Los griegos: otros y nosotros” afirmó sentirse, frente a los griegos, hastiado y fascinado, continuador y extraño. Retomando la imagen de Umberto Eco, el griego es un laberinto frente a la línea representada por el latín y en ese laberinto se encuentran los caminos de nuestro pensamiento. La filosofía fue forjada en molde griego y a la vez contribuyó a los pliegues de la lengua. La reflexión filosófica de Aristóteles sobre el ser se encuentran enraizada en la gramática griega y a la vez el gran filósofo de Estagira forzó los límites del lenguaje y estableció las bases sobre las cuales los gramáticos posteriores pensaron la lengua.

Hace ya dos años funciona en nuestra institución un taller de griego filosófico abierto a la participación de la comunidad, con presencia de estudiantes de filosofía y graduados del Alicia Moreau y de otras instituciones de Educación Superior. El año pasado dictamos un primer nivel anual, y este año contamos con niveles uno y dos. Desde el primer día, cuando todavía estábamos comenzando a darle sonido a las expresiones, hemos trabajado con textos clásicos originales. Para desentrañarlos hemos estudiado las reglas gramaticales, así como diversas expresiones culturales de la cultura griega. Así, hemos leído pasajes de Platón, de la Apología y Menón, y en este momento estamos realizando una traducción, en griego II, del libro I de la República. De Aristóteles nos dedicamos a la Política y llevamos a cabo la traducción de Metafísica I, 1. No sólo nos abocamos a textos de filosofía, sino que hemos extendido nuestra mirada filosófica a las fábulas de Esopo, a Los Acarnienses, la comedia antibelicista de Aristófanes y, actualmente, Las troyanas de Eurípides, para completar la variedad de formas literarias desde las cuales se vivió la angustia ante la Guerra del Peloponeso. La comprensión de estos textos contribuye significativamente, a su vez, a la comprensión del motor de la filosofía de Platón.

La premisa que guía nuestros talleres es la comprensión del griego como lengua viva, siguiendo una de las corrientes pedagógicas actuales que proponen no sólo la lectura, sino también la escritura y el uso oral de la lengua. El método que seguimos está plasmado en dos volúmenes publicados a comienzos del nuevo milenio, Athenaze (literalmente “hacia Atenas”), de Maurice Balme y Gillbert Lawall que, inspirada en Los acarnienses, narra la historia de una familia de ciudadanos que cultivaban su propia tierra, críticos de la conducción política del siglo V, por las consecuencias nefastas que había conllevado para los pequeños propietarios de las tierras que rodeaban la ciudad amurallada.


         Este proyecto ha sido posible gracias al apoyo de las autoridades de la institución, que nos alentaron y acompañaron en la tarea, y también en virtud a todos los estudiantes que pasaron por los cursos y nos contagiaron su entusiasmo, no se desalentaron con la complejidad de la lengua y aportaron una mirada nueva sobre textos antiguos.


Alicia en el País de la Filosofía, Año I, Número I, Nov-dic 2015