Alicia en el país de la filosofía, Año II, Número II, Nov-Dic 2016
La
moral en Descartes y en Locke: su posibilidad de constituirse como ciencia
María Eugenia Woloszyn, I.E.S n°1
meugewol@hotmail.com
Resumen:
El propósito de este
artículo es dar cuenta de la posición que asumen René Descartes y John Locke en
cuanto a la siguiente cuestión: ¿podría la moral constituirse como ciencia?.
Con el fin de aproximarnos a una respuesta para tal pregunta, desarrollaremos,
por una parte, las ideas relativas al establecimiento de una moral provisional,
sostenidas por Descartes, y, por otra ,aquellas que sugieren la posibilidad de
aplicar a la moral el método matemático, propias de la postura de Locke.
Palabras clave: Locke-Descartes-moral-
método-matemáticas.
Abstract:
The
aim of this paper is to render account for the position of René Descartes and
John Locke regardind the following matter: is moral to be considered a
science?. In order to approach an answer for this question we will first
develop the Descartes' idea related to the establishment of a temporal moral.
Secondly, we will develop the ideas arising from Locke's theory of aplying a
mathematical model to moral.
Keywords:
Locke-Descartes-Moral- Method-Mathematics
El
método en Descartes y Locke.
En este trabajo abordaré
ciertas consideraciones con respecto a la moral que desarrollan Descartes, en
la 3°parte del Discurso del método, en
1637, y Locke en el libro 4° del Ensayo
sobre el entendimiento humano, de 1690.
En concreto, intentaré
responder a la pregunta sobre las posibilidades que tendría la moral de
constituirse como ciencia, desde la postura de ambos autores.
Con este objetivo,
comenzaré remitiéndome a la 2° parte de la mencionada obra de Descartes, donde
el autor caracteriza al método que le servirá de punto de partida para alcanzar
el conocimiento verdadero, en sus palabras: "para llegar al conocimiento
de todas las cosas de que mi mente fuese capaz" (Descartes, 2006:25).
Entre los preceptos que
componen el método, Descartes incluye la necesidad de no aceptar como verdad
más que aquello que podamos concebir en forma clara y distinta a través del
entendimiento, en otras
palabras, se propone: “no admitir en mis juicios nada más que lo que se presentase
a mi espíritu tan clara y distintamente, que no tuviese ocasión alguna de
ponerlo en duda" (Descartes, 2006:26).
Por otra parte, propone
como otra de las reglas de su método la conveniencia de que el conocimiento se
adquiera mediante un proceso gradual que implique el ascenso desde lo más
simple hacia lo más complejo : "conducir ordenadamente mis pensamientos,
comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer para ascender poco
a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos""
(Descartes, 2006:27).
De las reglas del método
cartesiano, consideramos que las que acabamos de mencionar son las que ilustran
más claramente la filiación del mismo con el método propio de las matemáticas,
filiación pretendida por Descartes, ya que, como afirma: "entre todos los
que hasta ahora buscaron la verdad en las ciencias, sólo los matemáticos
pudieron encontrar algunas demostraciones, es decir, algunas razones ciertas y
evidentes"" (Descartes, 2006:27)
En la siguiente cita,
Descartes hace referencia al modus
operandi de los matemáticos, que se corresponde con las mencionadas reglas
de su método:
esas largas cadenas de razones tan simples y fáciles de que los
geómetras acostumbran a servirse para llegar a sus más difíciles
demostraciones, me habían dado ocasión de imaginarme que todas las cosas que
pueden caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen unas a otras de la
misma manera, y que sólo con abstenerse de recibir como verdadera ninguna que
no lo sea, y con guardar siempre el orden que es menester para deducirlas unas
de otras, no puede haber ninguna tan alejada que finalmente no se alcance, ni
tan oculta que no se descubra (Descartes, 2006:27).
Por su parte, Locke, en
el libro IV del Ensayo sobre el
entendimiento humano, va a coincidir con el autor francés con respecto a la
certidumbre, claridad y evidencia que caracterizan a las matemáticas. El autor
inglés plantea que la adopción del método propio de estas ciencias implicaría,
en primer lugar, una consideración de nuestras ideas abstractas en sus
relaciones, lo que define como fundamento de las verdades generales y seguras:
Las verdades generales y seguras no están fundadas sino en las
relaciones de las ideas abstractas. Una sagaz y metódica aplicación de nuestros
pensamientos, encaminada al hallazgo de esas relaciones, es el único camino
para descubrir todo cuanto, con verdad y certeza, puede ponerse acerca de
dichas ideas en proposiciones generales. Cuáles sean los pasos que deban darse
para proceder de ese modo, eso es lo que aprenderemos en las escuelas de los
matemáticos, quienes, partiendo de unos comienzos muy llanos y fáciles,
procediendo por grados insensibles y por una cadena de raciocinios, avanzan
hacia el descubrimiento y la demostración de verdades que, a primera vista,
parecen estar más allá de la humana capacidad (Locke, 2005:646).
Siguiendo en la línea
"cartesiana", Locke va a considerar que la condición de posibilidad
del conocimiento reside en la adquisición de ideas claras y distintas y en la
comparación entre las mismas, y no en la aceptación de ciertas máximas
generales e indiscutibles de las cuales debería partir el entendimiento, en
toda ciencia, y guiarse en sus investigaciones. Tal desarrollo metódico, que
las matemáticas siguen, (es decir, la adquisición y comparación de ideas claras
y distintas) sería realizable en otras áreas del saber. El autor formula esta
idea con las siguientes palabras:
la manera de adelantar nuestro conocimiento no es, estoy seguro,
recibir a ciegas y con una fe implícita comulgar con los principios, sino que
es, me parece, adquirir y fijar en la mente unas ideas claras, distintas y
completas, hasta donde eso sea posible, y anexarles unos nombres debidos y de
significación invariable. Y así, quizá, sin ningunos otros principios, sino
puramente considerando esas ideas y considerándolas las unas respecto a las
otras, descubriendo su acuerdo y desacuerdo, y sus diversas relaciones,
adquiriremos más conocimiento verdadero y claro mediante la observancia de esta
regla única, que admitiendo unos principios, y de ese modo sometiendo nuestra
mente a la discreción de otro (Locke,2005:645)
Método
y moral en Descartes.
Como afirmamos al
comienzo de este trabajo, nos guía la pregunta sobre la posibilidad de aplicar
al ámbito de las ideas morales el método que cada autor propone, inspirándose,
ambos, en el modelo matemático.
Descartes va a
reflexionar sobre las ideas morales en la 3° parte de su Discurso del método, estableciendo una serie de máximas morales
cuyo carácter es provisional, según lo afirma en los siguientes términos:
"para no dejar de vivir en adelante lo más acertadamente que pudiese, me
formé una moral provisional"" (Descartes, 2006:31). Se nos imponen,
en este punto, las siguientes preguntas: ¿por qué Descartes adjudicaría a su
pensamiento moral tal carácter provisorio?; ¿por qué marcaría esta distancia
entre sus máximas morales y los preceptos de su método, para los cuales, al
contrario, se impone "la firme y constante resolución de no dejar de
observarlos ni una sola vez” (Descartes, 2006:26)?.
Para intentar una
respuesta, remitámonos nuevamente a la 2°parte del Discurso del método: interpretamos que allí
Descartes se contradice a sí mismo y, para afirmarlo, nos basamos en la
siguiente cita:
Ni siquiera la resolución de deshacerse de todas las opiniones que
antes se recibieron es un ejemplo que todos deban seguir. Y el mundo está
compuesto casi exclusivamente de dos clases de ingenios, a los que no conviene
en modo alguno, a saber: de los que, creyéndose más hábiles de lo que son, no
pueden evitar el precipitar sus juicios, ni tienen bastante paciencia para
conducir ordenadamente todos sus pensamientos (por lo que si alguna vez se
tomasen la libertad de dudar de los principios que recibieron y de apartarse
del camino común, nunca podrán mantenerse en el sendero que es menester para
avanzar más rectamente y permanecerán extraviados toda la vida),y de los que,
poseyendo bastante razón o modestia para comprender que son menos capaces de
distinguir lo verdadero de lo falso que otros, por los cuales pueden ser
instruidos , deben conformarse con seguir las opiniones de estos otros, más bien que buscarlas mejores por sí mismos " (Descartes, 2006:23).
En relación a estas
palabras de Descartes, podemos afirmar que su contradicción se daría en este
sentido: en primer lugar, parece relativizar la necesidad de poner en duda toda
opinión y creencia, instancia que, sin embargo, considera necesaria para
despojarse de ideas erróneas que puedan obstaculizar el camino hacia la verdad.
En segundo lugar, la opinión, a la que precedentemente se había propuesto
desechar de su creencia, es revalorizada como potencial regla del actuar
rectamente. Esta “revalorización” de la doxa
está presente, también, en la primera de las máximas morales que formula
Descartes, en la cual se propone actuar de acuerdo a “las opiniones más
moderadas y alejadas del exceso que fuesen comúnmente practicadas por los
hombres más prudentes entre aquellos con quienes tuviese que vivir” "
(Descartes, 2006:32).
Por último, al sugerir
que el camino que, a partir de la duda, conduce a la ciencia ,no es transitable
para todos los espíritus, relativiza la universalidad de la razón que había
propuesto en la 1° parte del Discurso del
método: “el poder de bien juzgar y de distinguir lo verdadero de lo falso,
que es propiamente lo que se llama el buen sentido o la razón, es naturalmente
igual en todos los hombres (…) en lo tocante a la razón o discernimiento,
siendo ella la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de las bestias,
quiero creer que está toda entera en cada uno de nosotros” (Descartes, 2006:
9).
Por otra parte, también
en la 2° parte del Discurso…, Descartes
parece sugerirnos que las reglas que rigen el método no deberían ser acatadas
rigurosamente (de modo que propicien el abordaje a un conocimiento verdadero)
en los ámbitos moral y político. Consideramos que así lo evidencia la siguiente
cita:
Estos grandes cuerpos de las cosas públicas son muy difíciles de
levantar, una vez abatidos (…) en cuanto a sus imperfecciones (…) el uso las ha
mitigado mucho (…) y, en fin son ellas casi siempre más soportables que lo
sería su cambio. Ocurre como con los grandes caminos que serpentean entre
montañas, los cuales se hacen poco a poco tan lisos y cómodos, a fuerza de ser
frecuentados, que es mucho mejor seguirlos que intentar ir por lo derecho,
trepando por encima de las rocas y descendiendo hasta el fondo de los
precipicios (Descartes, 2006:22).
Consideramos que estas
palabras de Descartes sugieren la idea de que en el ámbito político no sería
necesaria una consideración de lo establecido que evite, a la manera del
método, el aceptar “precipitadamente” dicha realidad.
Estas ideas que acabamos
de mencionar, van a ser recuperadas en las máximas morales que Descartes
establece en la 3° parte del Discurso… en
las cuales se van a delinear nuevos argumentos a favor del carácter provisional
de dichas máximas, en contra de una moral intransigente:
-lo cambiante de la
realidad es uno de los argumentos a favor de una moral provisional, formulado
en los siguientes términos: “como no veía en el mundo ninguna cosa que
permaneciese siempre en
el mismo estado (…) hubiese creído cometer una gran falta contra el buen sentido
si, por el hecho de aprobar entonces algo, me hubiese obligado a tenerlo
también por bueno después” (Descartes, 2006:33);
-se esboza la necesidad
de seguir las opiniones más probables: esta idea aparece en la 2° máxima, en la
que Descartes se propone ser constante en cuanto a las opiniones que decida
seguir, aunque sean dudosas, ya que “es una verdad muy cierta que, cuando no
está en nuestra mano discernir las opiniones más verdaderas, debemos seguir las
más probables” " (Descartes, 2006:33);
- la imposibilidad de
cambiar el orden del mundo sería otro de los argumentos: en la 3° máxima,
Descartes formula la conveniencia de “procurar cambiar mis deseos antes que el
orden del mundo y (…) acostumbrarme a creer que no hay nada que esté
enteramente en nuestro poder más que nuestros propios pensamientos” (Descartes,
2006:34).
En base a lo expuesto
hasta aquí, podemos afirmar que en lo que atañe a las ideas morales, Descartes
se aleja de la rigurosidad del método para hablarnos en términos de
contingencia y probabilidad: los preceptos morales se presentan como relativos
a lo cultural, contextual y colectivo. En este sentido, se distancia del método
entendido como lo hace Derrida en La
filosofía como institución, donde le adjudica al método, en base a su
fuerza de repetición, “poder de anular cierta historicidad ligada al
acontecimiento singular” (Derrida,1984:150).
Al mismo tiempo, Descartes asumiría una postura “conservadora”, en cuanto a
lo moral y lo político: en estos ámbitos, no sería necesario, ni conveniente,
tomar una distancia crítica que permita cuestionar lo dado, con el objetivo de
alcanzar un conocimiento verdadero sobre la esencia de los valores éticos y
sobre el orden establecido.
Con esta visión de un
Descartes “conservador” coincide el filósofo francés François Azouvi (2003)
que, en una entrevista, que se le realiza en relación a su libro Descartes et la France, Histoire d’une
passion nationale, afirma, sobre Descartes: “él ha sido una persona muy
prudente (…) y en particular, sobre el affaire Galileo, él era de la misma
opinión, pero se abstuvo cuidadosamente de publicar sus ideas, porque sabía que
Galileo había sido condenado. Descartes quería tranquilidad, quería poder
escribir y trabajar tranquilamente”.
Método
y moral en Locke.
En cuanto a la relación
entre método y moral en Locke, este autor plantea la hipótesis de que la moral
puede ser demostrada tanto como las matemáticas.
Como afirmamos
anteriormente, el método en Locke exige el hallazgo de ideas claras y distintas
como condición del conocimiento. En la siguiente cita, observamos cómo aplica
esta exigencia a la moral, proponiendo como ideas claras y distintas, en este
ámbito, la idea de Dios y la idea del hombre como ser racional, ideas a partir
de las cuales podría desplegarse todo el conocimiento moral:
La idea de un Ser Supremo, infinito en poder, en bondad y en
sabiduría, cuya obra somos nosotros, y de quien dependemos, y la idea de
nosotros mismos, como unos seres racionales y dotados de entendimiento, estas
dos ideas, digo, una vez claramente poseídas por nosotros, supongo que podrían,
bien consideradas y perseguidas en sus consecuencias, ofrecernos un fundamento
para cimentar nuestras obligaciones y las reglas de nuestras acciones, que
bastaría para situar a la moral entre las ciencias capaces de demostración (Locke,2005:548).
También nos brinda un
ejemplo de cómo funcionaría en el ámbito moral la comparación de ideas
abstractas, mencionada como punto de partida del conocimiento:
Por ejemplo, no hay injusticia donde no haya propiedad, es una
proposición tan cierta como cualquier demostración que se encuentre en
Euclides; porque ,como la idea de propiedad es la de un derecho a algo, y como
la idea a la que damos el nombre de injusticia es la invasión o la violación de
ese derecho, resulta evidente que una vez establecidas esas ideas, y una vez
anexados a ellas esos nombres, podré saber que esa proposición es verdadera con
la misma certidumbre con que sé que un triángulo tiene tres ángulos iguales a
dos rectos (Locke,2005:548).
Sin embargo, menciona
una serie de elementos que dificultarían la demostración de la moral y su
ingreso en el camino seguro de la ciencia: la posible discordancia entre
palabras e ideas que puede afectar a las ideas morales: "el signo que es
necesario emplear (...) para la comunicación de esas ideas (...) no lleva
consigo de una manera constante la misma idea" (Locke, 2005:549), y la
ausencia de representaciones sensibles, cuya posesión significaría una
"ventaja" para las matemáticas en comparación a una potencial ciencia
moral:
lo que (...) ha concedido ventaja a las ideas de cantidad, y ha
hecho pensar que sean más susceptibles de demostración ,es: que pueden ponerse
y presentarse por signos sensibles(...) y la demostración puede revisarse de
tal suerte que es posible recorrer todos sus pasos cuantas veces sea
necesario(...) esto no es hacedero tratándose de ideas morales: carecemos de
signos sensibles que se asemejen a ellas y que nos sirvan para ponerlas a la
vista; únicamente tenemos palabras para expresarlas, las cuales, aunque
permanecen iguales una vez que han sido escritas, sin embargo denotan ideas que
pueden cambiar en un mismo hombre, y es muy infrecuente que no sean diferentes
en distintas personas (Locke,2005:548).
Al final de esta cita,
aparece la cuestión de la diversidad de opiniones como un obstáculo más para la
sujeción de la moral al método. En el mismo sentido, Locke menciona, también,
la variedad de intereses humanos, por lo exige "neutralidad" en el
abordaje de las ideas éticas:
estoy persuadido de que, si los hombres investigaran los asuntos
morales con el mismo método y con igual indiferencia con que investigan las
verdades matemáticas, descubrirían que las ideas morales (...) admiten una
demostración más cercana a la perfección de lo que comúnmente se concede. Pero
no es de esperarse que se logre mucho en ese sentido mientras el deseo de la
fama, de la riqueza o del poder induzca a los hombres a abrazar las opiniones
canonizadas por la moda (Locke, 2005:550).
Conclusión.
En base a lo expuesto
hasta aquí con respecto al tratamiento de la cuestión moral y su posible
cientificidad en Descartes y Locke, proponemos, como conclusión de este
trabajo: Descartes se propone alcanzar certezas, y la condición para abordar al
plano de la certeza es, para él, la observancia rigurosa y permanente del
método. Ahora bien, en cuanto a la moral, se distancia de esta
"exigencia" y se atiene a lo contingente y a lo probable. Se aleja de
lo permanente, que es el método, entendido como reglas que deben ser observadas
en todo momento, si se pretende conocer. De la misma forma,en relación a la
moral acepta la probabilidad en lugar de la certeza. En otras palabras, no se
plantea la posibilidad de que la moral pueda constituirse en ciencia.
Por su parte, Locke,
sostiene una idea opuesta o, quizás, podríamos afirmar, recoge la reflexión
moral que Descartes habría dejado "inconclusa". A la solución
provisoria del autor francés, Locke la ubica bajo el dominio del método. Se
distancia de Descartes al plantear la necesidad de fijar claramente el sentido
de los términos y emplearlos de manera constante, en el sentido de tal
definición, de modo que las ideas morales sean tan susceptibles de
identificación y de "revisión" como las demostraciones matemáticas.
En este sentido, se minimiza en Locke la posibilidad de un uso equívoco o
arbitrario de las ideas morales. A partir de tal "desambiguación" de
los términos que van a designar a las ideas éticas, estas quedan en menor
medida sujetas a lo contingente, y se acercan a la cientificidad.
Por último, cabe
destacar que Locke se alejaría de la postura "conservadora" de
Descartes en lo moral y político, al plantearnos que el examen de la verdad o
falsedad de nuestras opiniones relacionadas a dichos ámbitos debería implicar
un cuestionamiento de todo discurso, incluso, del dominante. Para concluir mi
intervención, ilustro esta idea con una cita de Locke:
mientras los secuaces de los partidos hagan tragar sus doctrinas a
todos los hombres que caigan en sus garras, sin permitírseles que examinen la
verdad o falsedad de semejantes opiniones, impidiendo que la verdad haga valer
sus derechos en este mundo, y que los hombres puedan buscarla libremente, ¿qué
adelantos pueden esperarse por ese lado; ¿qué mayores luces pueden esperarse en
la ciencia moral? (Locke,2005:551).
Bibliografía
citada:
-Azouvi, François,
“Descartes et la France. Historia de una pasión nacional”, 2003. En: http://conversacionesphilosophicas.blogspot.com.ar/2012/05/descartes-et-la-france-historia-de-una.html (Capturado el 20 de
septiembre de 2016).
-Derrida, Jacques, La filosofía como institución. Trad.:
Ana Azurmendi. Barcelona: Juan Granica, 1984.
-Descartes, René, Discurso del método. Trad.: Antonio Rodríguez Huéscar. Barcelona: Folio, 2006.