Alicia en el país de la filosofía, Año II, Número II, Nov-Dic 2016

La figura del otro como pilar fundamental del concepto de identidad


Prof. Valeria Rodríguez

IES N°1 “Dra. Alicia M. de Justo”

vale_lar@hotmail.com



Resumen

En este trabajo abordaremos los conceptos de otredad y de hospitalidad en dos filósofos que se dedicaron a pensar la cuestión del otro: Jacques Derrida y Emmanuel Lévinas. Sostendremos que la alteridad conforma nuestra identidad, no es lo diferente como externo a nosotros sino que cala en lo más hondo de nuestro ser, nos constituye, nos define.

Palabras clave: otredad, hospitalidad, responsabilidad, Jacques Derrida, Emmanuel Lévinas, identidad.

 

Abstract

This paper addresses the concepts of otherness and hospitality on two of the main philosophers who dedicate his efforts on that subject: Jacques Derrida and Emmanuel Lévinas. We are going to sustain that otherness is a major part of our identity; it is not something external instead it define us.

Key words: otherness, hospitality, responsibility, Jacques Derrida, Emmanuel Lévinas, identity.


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Introducción

Tomando como eje el concepto de Jacques Derrida de la hospitalidad y el de Emmanuel Lévinas sobre la responsabilidad, pretendemos seguir pensando la relación con el Otro. Ese Otro que es diferente, externo, extranjero, el cual irrumpe sin pedir permiso y amenaza mi seguridad pero a la vez me constituye, ya que todo lo que digo del Otro es aquello que no soy, pero a la vez, si yo soy el que lo define, de alguna manera esa definición de lo Otro es también parte de lo que soy, define mi identidad.

Una manera de tratar al Otro es desde la inclusión, pero esta inclusión enmascara una superioridad por parte del que lo incluye, ya que es éste último el que detenta el poder y establece los límites. Queremos destacar también otras dos maneras de relacionarnos con el Otro: por un lado, desde la tolerancia y por otro, desde la hospitalidad. La primera implica la idea de “soportar”, se trata de una relación negativa, no me abro a la diferencia. En cambio, desde la hospitalidad acepto al Otro en su otredad, acepto la diferencia, y al estar abierto a la otredad me nutro de esas diferencias.

Este último punto es interesante ya que marca también las limitaciones de las filosofías de la otredad (Derrida, Lévinas), ¿es posible una hospitalidad infinita? ¿Debemos aceptar hasta lo inaceptable? El Otro nos permite descubrirnos a nosotros mismos, somos todos igualmente diferentes y allí radica la riqueza de pensarnos. El recibimiento hospitalario nos obliga, nos enseña, a despegarnos de nuestro yo pero a la vez reconocernos en la otredad.

 
La figura del extranjero

Tanto Derrida como Lévinas, trabajan el tema de la otredad, pero es Derrida el que se aboca un poco más sobre la figura del extranjero, del Otro. Teniendo en cuenta que la propuesta de estas Jornadas se enmarca en el bicentenario de la declaración de la Independencia, nos pareció interesante retomar algunas prácticas cotidianas que, creemos, es necesario repensar desde una filosofía de la otredad. Ya que, a nuestro entender,  el Otro constituye nuestra identidad, contrariamente a lo que intuitivamente podríamos llegar a afirmar, esto es, que lo Otro es necesariamente lo diferente.

En el texto del antropólogo Alejandro Grimson titulado Mitomanías argentinas: cómo hablamos de nosotros mismos, hay un capítulo dedicado a los mitos racistas que están vigentes hasta el día de hoy. Un mito puntual que nos interesa retomar es el siguiente:

“En la época de la Argentina integrada los inmigrantes se argentinizaban. Cuando el Estado era activo y tenía verdaderas políticas de integración, los inmigrantes dejaban a un lado su cultura de origen y adoptaban la argentina.”(Grimson, 2012: 96)

En el desarrollo de este mito, el autor nos comenta que aquí se da un fenómeno muy particular: la nacionalidad de los inmigrantes se traslada automáticamente a sus hijos por más que éstos hayan nacido acá. Es decir, los hijos de padres bolivianos son considerados también bolivianos aunque sean argentinos. Está claro que con la categoría de “boliviano” se implican otras cosas (ser pobre, no tener la piel blanca, etc). El punto interesante para este trabajo es destacar que los excluidos son extranjerizados. Lo Otro es la alteridad, lo que yo no soy, lo diferente a mí que, por ser diferente, lo excluyo.

Esto ya había sido advertido con anterioridad por Jacques Derrida, nacido en la Argelia francesa y que sufrió un hecho que, quizás, tuvo que ver con el desarrollo de su filosofía. En 1942 fue echado de su Instituto por motivos racistas. El filósofo capta que la otredad es tomada como la diferencia, como lo distinto, como la alteridad; pero propone que ante la alteridad debemos responder con hospitalidad.

 
La hospitalidad y la hostilidad

Jacques Derrida toma de Benveniste dos derivaciones latinas de la palabra hostis,  que viene a significar tanto enemigo como huésped, de allí se deriva la palabra hostilidad. En cambio hospes significa el que recibe, el que brinda hospitalidad al huésped.

Estas son dos de las maneras de relacionarnos con el Otro. Si al extranjero no lo acepto por ser diferente me relaciono desde la hostilidad, pero hay otra manera de relacionarnos con los otros y es la que propone Derrida: debemos ser hospitalarios con el Otro, estar abiertos a recibir la diferencia. El hospes necesita del hostis para ser.

Estas reflexiones nos conducen a un nuevo interrogante, si debo brindar hospitalidad al Otro ¿esto implica que debo aceptar hasta lo inaceptable de ese Otro? ¿Es posible una hospitalidad infinita?

Entendemos que el desarrollo de la hospitalidad nos conduce indefectiblemente al plano de la ética, debemos pensarnos no como un “nosotros” sino como “nos-otros”. La identidad no es unidad sino que es multiplicidad. No podemos pensar una verdadera sociedad si no salimos primero de la lógica de dominación-dominados; nos constituimos con el Otro, es en la tensión con el Otro que me descubro a mí mismo. La otredad me muestra lo que no puedo ver desde la mismidad, desde lo Uno.


La responsabilidad por el Otro

Emmanuel Lévinas, amigo de Derrida, plantea una filosofía de la diferencia, nos dice que debemos responsabilizarnos por el Otro sin esperar nada a cambio, la responsabilidad por el Otro es desinteresada. Le debemos eso al Otro ya que nosotros mismos somos el resultado del cuidado de un Otro. Alguien se responsabilizó por nosotros anteriormente para llegar a ser quienes somos.

El filósofo también señala que soy alguien a partir del Otro, ya que soy cuando un Otro me nombra. En este sentido se opone al ego cartesiano, la filosofía no comienza por la propia subjetividad sino, todo lo contrario, a partir del reconocimiento del Otro, a través de la palabra me constituyo ya que la esencia del lenguaje es ser en relación a alguien más.

Cabe aclarar que la filosofía de Lévinas se diferencia del Yo-Tú de Buber, ya que para éste último, ambas partes están en igualdad de condiciones. En cambio, para el lituano, al abocarme a partir del desinterés, el Otro no necesariamente será recíproco.

De esta manera, se propone una ética en donde estoy obligado a acoger la alteridad. De hecho, Lévinas propone varias figuras por las que debemos responsabilizarnos: el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero. Ante estos actores tengo la obligación de hacerme responsable por sus necesidades.

Por otro lado, el rostro es también un concepto central en Lévinas. La relación cara a cara es esencial, es a través del rostro del Otro que tomo conciencia que debo responsabilizarme por él. También me doy cuenta que mirando al Otro me veo a mí mismo. Para el filósofo, en el rostro radica el mandamiento “no matarás”, mirando al rostro no puedo escapar de mi responsabilidad. En palabras del filósofo:

Totalidad e infinito describe la epifanía del rostro como un deshechizamiento del mundo. Pero el rostro en cuanto rostro es la desnudez –y el desnudamiento- “del pobre, de la viuda, del huérfano, del extranjero”, y su expresión indica el “no matarás”. Cara a cara: relación ética que no se refiere a ninguna ontología previa. […] Ella se abre, a modo de responsabilidad, sobre el otro hombre […] (Lévinas, 2002: 10)

Para Emmanuel Lévinas el plano ético antecede al plano ontológico, la ética siempre se antepone a cualquier otra cosa, sólo a partir de ella se puede comenzar a construir.

Los bárbaros y el rol del lenguaje

En la Antigüedad, el término bárbaro remitía a aquel que no poseía una lengua sino que simplemente balbuceaba, no se le entendía lo que decía. Esta categoría se aplicaba a los extranjeros, eran aquellos que estaban por fuera, amenazando la identidad, por eso provocaban odio y temor. Se genera una relación de hostilidad. La lengua juega un rol determinante en la identidad, aquel que no posee lengua no es, está despojado del ser.

En el texto La hospitalidad, Derrida se remonta a la antigua Grecia en donde encuentra derechos del extranjero, y ve en ellos un contrato de hospitalidad. Aquél que tenía un nombre, o sea, una identidad, una familia, podía ser recibido con hospitalidad. En cambio, si no podía demostrar su identidad era considerado un bárbaro. El filósofo, entonces, introduce una distinción entre hospitalidad absoluta, que es aquella que se le ofrece a cualquiera y la hospitalidad de derecho que sólo se ofrece a aquellos que cumplen ciertas características.

 Al extranjero se le exige su nombre, su identidad, se lo interroga: “necesito saber tu nombre así yo te llamo”. Es en este punto que Derrida se pregunta:

“¿La hospitalidad comienza por la pregunta dirigida a quien llega? […]¿O bien la hospitalidad comienza por la acogida sin pregunta?”(Derrida, 2008: 33)

Se da así, continúa Derrida, una doble borradura, la de la pregunta y la del nombre. Debemos estar abiertos a la diferencia sin condicionamientos, debemos aceptar lo Otro sin intentar imponernos.

En este punto Derrida y Lévinas se distancian, ya que para el primero debemos entablar la relación con el Otro borrando la pregunta por el nombre, y para el segundo la relación se establece precisamente a la inversa. Soy alguien a partir del lenguaje, soy alguien cuando Otro me nombra, y en ese reconocimiento me descubro a mí mismo. Paradójicamente la mismidad se construye desde la alteridad.

Conclusiones

A modo de conclusión, podemos decir que el concepto de hospitalidad nos obliga a pensar la alteridad desde una perspectiva más abierta, esto nos permitirá generar una ética para la convivencia. El camino no será fácil, pero es la tarea de la Filosofía repensar estas cuestiones para poder generar vínculos con los otros que a la vez configuran cuál es nuestra identidad.

La identidad en este trabajo no es pensada como lo idéntico, lo Uno, sino que, como nos legó Derrida, debemos deconstruir dicho concepto. La identidad no es lo Mismo, sino que se configura en tensión con el Otro.

Lévinas nos obliga a aceptar nuestra responsabilidad ante el rostro de un Otro, debo acogerlo desinteresadamente. La Filosofía debe comenzar por el plano ético para después poder abocarse a otras cuestiones, ya que la relación con el Otro es una relación de trascendencia y no de conocimiento.

A pesar de la hostilidad que sufrieron ambos filósofos, Derrida la discriminación y Lévinas la pérdida de su familia en el Holocausto, proponen pensar la alteridad desde un lugar ético. Creemos firmemente que esa es la actitud que debemos seguir difundiendo y repensando, ya que allí se pone en juego una manera de concebir el mundo, una manera que consideramos es esencial para poder lograr una convivencia pacífica.

Bibliografía

- Derrida, Jacques, La hospitalidad. Trad.: Mirta Segoviano. Buenos Aires: Ediciones La Flor, 2008.

- Grimson, Alejandro, Mitomanía argentinas: cómo hablamos de nosotros mismos. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2012.

- Lévinas, Emmanuel, La huella del otro. Trad.: Esther Cohen. México D.F: Taurus, 1998.

                          Totalidad e infinito: un ensayo sobre la exterioridad. Trad.: Daniel E. Guillot. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2002.