La individuación logocéntrica:

Un análisis del devenir del cuerpo a través de los textos.

Ángel Nicolás Pernigotti (IES N°1)

Nico_Pernigotti@hotmail.com

Resumen:

La idea detrás del presente trabajo es intentar demostrar que el logocentrismo occidental se hegemoniza en el mismo proceso de individuación. Analizar el devenir del cuerpo a través de los textos sería hacer una deconstrucción del sistema capitalista y de la sociedad de mercado actual. Sin duda, este sistema es la consagración de la idea de individuo que fue gestándose a lo largo de múltiples acontecimientos y que nos permite no solo rever la aparición del sujeto como tal sino del individualismo como corriente cultural. Nos permite también observar cómo se fueron dando los distintos procesos de individuación y algunos factores adquirieron mayores jerarquías, se impusieron sobre otros, los cuales quedaron relegados, ocultos, negados

Palabras clave: Sujeto, Capitalismo, Logocentrismo, Derrida, Cuerpo

Abstract:

The idea behind this work is to demonstrate that Western logocentrism hegemonizes in the same process of individuation. Analyze the evolution of the body through the texts would be to make a deconstruction of the capitalist system and the current market society. Undoubtedly, this system is the consecration of the idea of individual that was increasing along multiple events and allows us, not only review the appearance of the subject as such, but also as appearance of the individualism as cultural current. Also it allows us to observe how they were giving various processes of individuation and like some factors have become higher hierarchies were imposed on others, which were relegated, hidden, denied.

Keywords: Subject, Capitalism, logocentrism, Derrida, body.


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A modo de introducción

La idea detrás del presente trabajo es intentar demostrar que el logocentrismo occidental se hegemoniza en el mismo proceso de individuación.

Analizar el devenir del cuerpo a través de los textos sería hacer una deconstrucción del sistema capitalista y de la sociedad de mercado actual. Sin duda, este sistema es la consagración de la idea de individuo que fue gestándose a lo largo de múltiples acontecimientos y que nos permite no solo rever la aparición del sujeto como tal sino del individualismo como corriente cultural. Nos permite también observar cómo se fueron dando los distintos procesos de individuación y algunos factores adquirieron mayores jerarquías, se impusieron sobre otros, los cuales quedaron relegados, ocultos, negados. Un factor negado fue el cuerpo. Oculto detrás del poder jerárquico y hegemónico del logos. Lo cual fue el fundamento del “Logocentrismo”, concepto utilizado para caracterizar el pensamiento occidental, desde Platón en adelante, puntualizando en una razón potente, arrasadora, que se impuso nihilizando el cuerpo, apartándolo del devenir histórico con el fin de contar su propia historia, que no es más que el relato de su propia imposición. Pero siempre que tenemos un Relato con mayúsculas, tenemos otros que son negados que se transforman en diferencias, en huellas, en metarrelatos, los cuales purgan por salir y a los cuales hay que apuntar si queremos hacer una deconstrucción revolucionaria del sistema, sacar a la luz a aquellos que las penumbras cubrieron de manera violenta. Importante será rever el proceso corporal dentro del marco logocéntrico occidental como grieta, como punto de resistencia contra ese logos el cual se implanta a través, principalmente, de la fonética heredada del mito. El paso del mito al logos sienta las bases del devenir logocéntrico.

Es en el cogito cartesiano donde encontraremos la idea fundante del sujeto bajo la “luz” de la razón. El logos se convierte en el viento de cola para el ascenso de una nueva clase al poder, la burguesía, quien con su instalación en el mismo y el armado del propio Estado Burgués permite a esta “clase ilustrada”, erudita, potenciar la razón e instaurar poco a poco lo que decantaría en un más fuerte y más dominante etnocentrismo occidental, que va a potenciar a su vez el Eurocentrismo, desde el cual se va a avalar el dominio Europeo-Occidental sobre aquellos que queden marginados del mismo.

En contraposición a esto, el cuerpo. Aquel resto, aquello que Descartes deja de lado, lo que el mismo Logos, la misma razón va denigrando, olvidando. El resto olvidado. El cuerpo se convierte para el hombre en lo “otro-de-sí”, en lo desechable, en lo que podríamos denominar diferancia1 derrideana entre la imponente razón y el cuerpo.

Pero este cuerpo olvidado sobre el que caen y apuntan los dispositivos de subjetivación, de control, podríamos imaginarlo como el punto de fuga de la individuación, por el cual poder ejercer la resistencia a ese Poder que lo irrumpe, que lo homogeneiza, que busca controlarlo y ordenarlo. Resistencia a ese logocentrismo que lo oprime, que le impone el “deber ser”, “deber ser-resto”.


            Para comenzar el análisis tomaremos el relato del antropólogo francés David Le Breton como texto del cual intentaremos extraer otros textos.

El cuerpo como pueblo

El pasaje del cuerpo popular al cuerpo como factor de individuación es expuesto por el antropólogo y sociólogo francés David Le Breton (1953) en su libro “Antropología del cuerpo y modernidad”. En el mismo, el autor nos narra una historia del cuerpo, su pasaje de lo que él denomina cuerpo popular al cuerpo como factor de individuación, lo cual va ocurriendo a través de distintos momentos históricos. Como punto de partida nos muestra la concepción del cuerpo en la civilización medieval y en la época renacentista, donde nos encontramos con una concepción del mismo “grotesco”, concepto extraído de principalmente de una obra de Mijaíl Bajtín2, donde según este autor, el cuerpo grotesco no tiene una delimitación no está encerrado, sino todo lo contrario, se desborda, se excede de cualquier intento por limitarlo. Visto esto durante la celebración del Carnaval donde todos se confundían con todos, el yo se desvanecía en el "todos". Esta concepción del cuerpo popular, de la persona donde “las fronteras de la carne no marcan los límites de la mónada individual” (Le Breton, 2002: 33) representa principalmente a los sectores populares donde cada persona es parte, miembro de una totalidad, de una identificación social que está más allá de ella y su cuerpo. Nos encontramos ante un cuerpo que incluye, que une, que siente representación con el “todo”, con el grupo de social de pertenencia y que en el júbilo carnavalesco se funde para de ser solamente un cuerpo, ser un “corpus populis” sobre el no recae ninguna posibilidad es exclusión o diferenciación, es igual y a la vez parte de un cuerpo superior, un cuerpo que lo excede pero también lo une e integra, un cuerpo que es sin serlo, el cuerpo popular; que una representación de éste, como cuerpo que representa “al” todos irónicamente es el cuerpo del Rey. Este une simbólicamente a todo un pueblo, es el pueblo visto en un cuerpo. En su seminario en la Sorbonne de 1985 denominado “Khôra, nomos, topos, logos”, el pensador francés Jacques Derrida nos marca como no solo el cuerpo del rey posee un poder de unificar en sí todo el pueblo, sino que la muerte, la desaparición corporal sigue teniendo poder de unificación (un cuerpo presente sin cuerpo) debido al duelo colectivo que se produce tras su muerte (Derrida, 1986: 46).

El factor de individuación

El antropólogo francés nos muestra en su relato como aquel cuerpo popular, cuerpo fundido sin límites va a acontecer en el cuerpo como factor de individuación, para sentar las bases de la concepción dualista de cuerpo y hombre y la base del actual individuo capitalista. Primeramente nos remarca que para que ello suceda tuvimos que presenciar el ascenso del individualismo occidental fundamentado específicamente en el sistema económico que empezaba a reinar en Europa donde el comerciante es el prototipo de individuo moderno, marcando también el pase a la oscuridad del pueblo de aquellos que quedaron excluidos de este “ser-comerciante”, para quienes el cuerpo popular sigue siendo tal, aquí notamos la diferancia derrideana de dos cuerpos y la huella de la dicotomía.

Socialmente empieza a gestarse, según Le Breton, el cambio de lo que era otrora la búsqueda del bien general, en lo que iba a ser de ahora en más la búsqueda del bienestar individual. El texto nos dice que “es él mismo (el hombre individualista moderno) el que construye su destino y el que decide sobre la forma y el sentido que puede adoptar la sociedad en la que vive.” (Le Breton, 2002: 41)


En el contexto de un capitalismo cada vez más fuerte, en pleno auge y de un avance individualista cada vez mayor es donde el cuerpo pasa a ser lo que el autor denomina factor de individuación. El cuerpo que vuelve al hombre uno, un yo, el sentimiento de ser él mismo un individuo, un “no-otro”, el cual no solo obra para él y su propio beneficio sino que está muy por delante de la comunidad, del pueblo, muy lejano del cuerpo popular, el cual se va reduciendo ya que ahora el individuo no representa un sector popular, un pueblo sino una clase erudita, una clase fuerte y en auge, que progresa en el Renacimiento y va a dar gestación a la burguesía ilustrada individualista. Pero ese individuo es dual, es hombre sí pero también es cuerpo.

Este desarrollo del individualismo deviene en cierta negación de este cuerpo que al fin y al cabo no deja de ser una representación con los otros porque si bien el autor lo pone como individuación tampoco podemos negar que el cuerpo sigue siendo cuerpo igual a otros y de hecho veremos cómo el individuo para ser tal, debe posicionarse en algo mayor, en una clasificación superior que lo distinga más claramente y allí se parará en el logocentrismo; no olvidemos que “el hombre, inseparable del cuerpo, no está sometido a la singular paradoja de poseer un cuerpo…” (Le Breton, 2002: 46). Surge aquí la figura de los anatomistas quienes tenían prohibido en épocas anteriores el tocar el cuerpo. Principalmente la obra de Vesalio3 es de vital importancia en tanto cambia la mentalidad, trasgrede el tabú de la sacralidad del cuerpo con las representaciones realistas del mismo, nace podríamos decir, la diferencia entre hombre y cuerpo.

Sin duda, este quiebre epistemológico fue la condición de posibilidad del pensamiento moderno del cuerpo y del surgimiento de los dualismos Cuerpo-Hombre, Cuerpo-Razón.

El Hombre: Entre el cuerpo y el cogito

Surge una figura que marca un desequilibrio en el dualismo anteriormente explicado. Esta figura es Rene Descartes4, pensador francés quien con su obra “El Discurso del Método” desarrolla un método con la idea puntual de acceder a la verdad a través de él. “El método es necesario para la investigación de la verdad…” indica Descartes. Pero tanto el método como la verdad requieren un fundamento, que ha de ser el cogito, al cual se va a acceder a través de la duda metódica.

El filósofo francés duda de todas las cosas pero existe solo una cosa que es cierta, que duda, por ende que piensa y si piensa, entonces existe deduce Descartes, si pienso entonces existo. “Yo no soy […] sino una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento o una razón…” (Descartes, 2005: 32). Se denomina “una cosa que piensa” o “una razón”, una cosa que razona, marcando aún más, la bipartición del hombre pero no solo eso, sino que prioriza una sobre la otra, él es ante todo razón y a la vez, una cosa, el cuerpo cosificado; se desplaza al cuerpo en un corrimiento que va a llevar no solo a ubicar a la razón en un lugar de privilegio, sino a fortalecer el logocentrismo occidental, originado en el pensamiento platónico.

Descartes no sólo pone al cuerpo como un mero accesorio sino que decreta, en la Sexta Meditación, que su naturaleza es “solo pensar”. Según Le Breton “en el pensamiento del siglo XVII el cuerpo aparece como la parte menos humana del hombre”, el cuerpo para ser solo la maquinaria accesoria de la razón. El posterior desarrollo industrial le va a encontrar el lugar justo a esta maquinaria para incorporarla como un engranaje más de un sistema que va a explotarlo, con el fin de reproducirse; el cuerpo como maquinaria pasa a formar parte de una maquinaria aún superior que lo trasciende, el sistema. No solo cambió la concepción del cuerpo sino que cambió también las relaciones de poder que sobre él operan, las cuales no solo lo dominan sino que lo reprimen y educan con el fin de adiestrarlo para que opere de acuerdo al discurso logocéntrico dominante. El individuo… se convierte en sujeto.

El logocentrismo occidental, lo otro y el Eurocentrismo.

El relato del antropólogo francés nos expone un proceso de individuación con el paso del cuerpo popular al cuerpo como factor de individuación, fundamento del individualismo y del capitalismo. Descartes sentó las bases para la división ontológica entre cuerpo y razón en el hombre. La razón fue el fundamento para la subjetivación al apartar y controlar al cuerpo. Para que se genere un Sujeto que estuviese, irónicamente, sujetado a los dispositivos de disciplinamiento y de reproducción del discurso del poder, se desarrollaron las prácticas de subjetivación sobre ese individuo y más aún sobre ese cuerpo controlado y (re)educado. Pero no se podría llevar a cabo - y en esto comparto la opinión de Jacques Derrida-, un análisis objetivo, histórico y totalizador de una época y más aún de la historia del sujeto, ya que siempre que estamos ante un texto podemos deconstruirlo y en este caso también se podrían trabajar varios puntos de fuga, entre ellos la misma diferancia (Differance) entre el cuerpo y el logos.

Tal vez, deberíamos indagar cuál es el papel del cuerpo más allá del Eurocentrismo, más allá del etnocentrismo occidental que nos relata esta ficción de cuerpo, en tanto sabemos que no es el mismo relato del cuerpo que en Oriente, África o en los pueblos originarios americanos. Culturas donde el factor de individuación no fue tal, de hecho el cuerpo popular y las huellas de éste siguen existiendo; se representan en lo popular, en el todo, en el "somos".

El cogito cartesiano fue la ficción que le permitió a la burguesía la instauración de un discurso dominante, centrado en esa Razón, en el Logos; “todo lo que no reafirme o desborde al Logos, resultado de su inferioridad, será subordinado a una ausencia o negación” nos indica Culler (Culler, 1992: 8). Y el cuerpo sobrepasa los márgenes, los límites, es apertura: lo opuesto a un Logos que cierra, que totaliza, que domina y se impone.

El cuerpo como simplemente el resto, el resto de la división del hombre. El cuerpo no es más que lo “otro”, lo “otro-de-sí”, aquello que nos constituye siendo a la vez lo otro de la razón. Poseemos en el cuerpo no sólo nuestra propia diferencia, sino lo que nos constituye diferenciándonos. Es en el cuerpo donde encontramos un punto de fuga del dominio del logos y podríamos así establecer una resistencia. La resistencia será poder redefinir el cuerpo, por ende, redefinir al hombre.

El logocentrismo se potenció en base a esta división y el dominio de la razón sobre el cuerpo, potenciando así el etnocentrismo occidental. Pero también se desarrolló un concepto más político porque no todos tienen el dominio de la razón; la razón, el hombre y el cuerpo siempre es europeo. No solo tenemos que encontrar una fuga para resistir el logocentrismo sino el mismo Eurocentrismo. Fue el logos europeo quien dominó y controló, ya que la razón le fue negada a muchos pueblos que justamente eran no solo otro-cuerpo sino otros-sin-logos.

Quizás llegó el momento de (de)construir el cuerpo hacia uno donde el devenir irrumpa, donde sea un rizoma con la razón. Interesante en este punto sería tomar el concepto de “obra” de Maurice Blanchot quien proponía la obra como el espacio abierto por el artista, en el que la obra de arte se hace posible. Quizás el cuerpo sea el todo donde, abierto a la irrupción, la vida se haga posible.

Dejar de ver al cuerpo como el exergo-del-hombre, para ver el cuerpo como la posibilidad de que el hombre sea pleno.

Es el momento de deconstruir el logocentrismo occidental “…no se trata (solamente) de levantarse contra las instituciones sino transformarlas mediante luchas contra las hegemonías, las prevalencias o prepotencias en cada lugar donde éstas se instalan y recrean…” (Derrida, 1997: 9) allí en ese lugar transformar y luchar contra la prepotencia del logos sobre el cuerpo, deconstruyendo también el concepto occidental de cuerpo con el fin de re ficcionarlo, re escribirlo, re textualizarlo, el cuerpo no solo como parte de un hombre sino como texto. “Nada hay por fuera del texto” nos indica el filósofo francés Jacques Derrida en su obra “De La Gramatologia”, si somos texto podemos deconstruir el actual cuerpo-textual, texto reproductor de un discurso malabareando con los conceptos de la famosa “caja de herramientas” que Foucault dice darnos en “La arqueología del saber”. Como todo es texto, los discursos son reproducibles en y por él, quizás siempre seamos textos, pero me pregunto quiénes nos escribieron. Probablemente el poder se reproduzca en los dispositivos que escriben los textos por lo cual habrá, sin duda, que ejercer la deconstrucción de los mismos y dilucidar quiénes nos textualizaron.

La razón no nace con Descartes, pero si el texto Logocéntrico se impone con más fuerza sobre las civilizaciones y allí en la Différance5 que representa el cuerpo con respeto a la razón, allí se presenta el punto de fuga para la resistencia deconstructiva.

El mismo Derrida nos dice que el marco es tan importante como el cuadro… porque no, el cuerpo tan importante como la razón, ya que también nos integra y nos conecta con lo otro de sí.


Bibliografía

- Libros:

- Castro, Edgardo, Diccionario Foucault. Temas, conceptos y autores. Buenos Aires: Siglo XXI, 2011.

- Culler, Jonathan, Sobre la deconstrucción. Teoría y crítica después del estructuralismo Madrid: Catedra, 1992.

- Derrida, Jacques, De la Gramatologia. Trad.: Oscar del Barco, Gustavo Ceretti, Ricardo Potschart. Madrid: Editora Nacional, 2002.

- Descartes, René, Meditaciones Metafísicas. 1ra. Ed. Madrid: Alianza, 2005.

- Ferraris, Mauricio, Introducción de Derrida. 1ra Ed. Trad.: Luciano Padilla López. Buenos Aires: Amorrortu, 2006, pág. 103.

- Foucault, Michel, La arqueología del saber. 2da Ed. Trad.: Aurelio Garzon del Camino. Buenos Aires: Siglo XXI, 2013.

---------------------- Microfísica del poder. 1ra Ed. Trad.: Julia Varela, Fernando Álvarez-Uría. México DF: Octaedro, 2003

- Le Breton, David, Antropología del cuerpo y modernidad - 1ra. Ed. – Buenos Aires: Nueva Visión, 2002.


Artículos en Revistas:

- Fernández Agis, Domingo, “Cuerpo, Khôra y espacio político”. En: Eikasia. Revista de Filosofía (Noviembre de 2009), pág. 29.

- Documentos en internet

- Derrida, Jacques, “Filosofía deconstructiva”, 1997.

En: http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/filosofia_deconstructiva.htm (Capturado el 31 de Marzo 2015)


Notas:

1 Traducción al español del francés “Différance”, neo grafismo propuesto por Jacques Derrida.

2 Mijaíl Mijáilovich Bajtín (1895-1975) fue un crítico literario, teórico y filósofo del lenguaje de la Unión Soviética.

3 Andrés Vesalio (1514-1564) fue el autor de uno de los libros más influyentes sobre anatomía humana, De humani corporis fabrica.

4 René Descartes (1596-1650) fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica.

5 Aplico la excepción del neologismo derrideano explicada por M. Ferraris en Introducción a Derrida.



Alicia en el país de la filosofía, Año I, Número I, Nov-dic 2015